Hoy, 25 de noviembre, nos encontramos aquí como cada año, con motivo del
día contra la violencia machista. Nos gustaría hacer de esta una reunión de
hermanamiento entre mujeres, un espacio donde poder compartir nuestro dolor por
todas las que somos víctimas de cualquier clase de violencia patriarcal, pero
también nos gustaría aprovecharnos de esta unión para empoderarnos y aumentar
nuestra fuerza, y es que la única forma de sobreponernos a los ataques del
patriarcado es defendernos.
Si bien todos los años lamentamos la situación de desigualdad que
vivimos, creemos que esta vez, lejos de mejorar, estamos experimentando un
retroceso excepcional en cuanto a libertades. Por tanto, queremos utilizar este
discurso para agitar y despertar conciencias ya que, sin obviar la gravedad de
los terribles casos de asesinatos y violencia física, creemos que las mujeres
somos víctimas de muchos otros tipos de violencia que quizá resulten menos
evidentes.
Vivimos un tiempo de crisis, de brutales recortes económicos, de derechos
y de libertades que, como en tantas otras ocasiones, se ensañan especialmente
con las mujeres como nosotras: mujeres cántabras, obreras, pensantes y
luchadoras. Las políticas del gobierno actual están tratando de amedrentarnos,
de aislarnos y de reducirnos a meros instrumentos para la procreación y las
tareas domésticas.
Por un lado, los recortes en sanidad, educación y asistencia social,
principales lugares de trabajo para mujeres, han provocado un aumento masivo
del paro en nuestro sector. Particularmente, la reducción de presupuestos en
asistencia social no solo ha eliminado puestos de trabajo, sino que
colateralmente ha obligado a muchas mujeres a regresar a sus hogares y a
recuperar el papel de cuidadoras de niños y mayores. Además, los
recortes educacionales hacen todavía más difícil la mejora y renovación del
sistema educativo, tan necesaria para conseguir acabar con los roles de género
impuestos.
Por otro lado, reformas como la de la ley del aborto suponen un
retroceso de proporciones épicas en cuanto a nuestras libertades, negándonos el
derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo y tratando de obligarnos a ser
madres si queremos sentirnos individuos útiles en esta sociedad. Ante hechos
como estos, resulta más que evidente que este sistema capitalista y patriarcal
también actúa con violencia contra nosotras, y con sus políticas agresivas nos
oprime y nos anula.
Tampoco podemos olvidarnos de los nocivos cánones de belleza que nos
imponen, otra de las herramientas del capitalismo más violento. Nos están
vendiendo una idea de belleza artificial, antinatural y esclavizadora, y con
ella nos fuerzan a entrar en un círculo vicioso de consumismo y autosacrificio
constante, minando nuestra autoestima y haciéndonos aún más dependientes de los
antivalores de la sociedad de consumo.
En contra de todo esto, nosotras apostamos por un modelo diferente.
Contra todos los recortes mencionados, apostamos por una coeducación
verdaderamente feminista, por empleos dignos y por el derecho a elegir qué
hacer con nuestros cuerpos. En contra de los cánones impuestos, apostamos por
una belleza natural que emane de dentro de cada una de nosotras. En contra de
la opresión de la dictadura patriarcal, queremos que nos dejen llevar las
riendas de nuestras propias vidas. En contra del capitalismo, del machismo y de
la opresión popular, apostamos por hacer camino defendiéndonos y luchando, para
así poder sabernos, algún día, en una sociedad verdaderamente feminista y
antipatriarcal.
Hoy más que nunca: ¡Upa l'alucha de las mujeris!
Asamblea Feminista Langresta.
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